Lunes 15

22:05
Realmente ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí sobre mi en este rincón santo dedicado a mí y mis abismos.

Comenzé de nuevo el profesorado, hice nuevos amigos y me re encontré con los de siempre. Me siento muy acogida en mi querida comunidad del instituto Católico, todos los días es risa junto a mis compañeros y profesores.

Las cosas en casa se acomodan... lentamente. El fantasma de mi padre ya no es una herida sangrante. Es más bien como una estrella...lejano pero presente. 
Hoy por ejemplo, iba caminando por la calle rumbo al instituto, cuando metí mi mano al bolsillo de la campera. Sentí una textura extraña y familiar, al sacarlo se trataba de uno de los pañuelos de mi papá. Se escapó de mi un "ay..." Entre una lágrima ahogada, fue como sentir que el tomaba mi mano y la apretaba con fuerza. Y así con todo... En cosas pequeñas, en risas y llantos, está presente como un fueguito que nunca de apaga.

Mi mamá tuvo días grises, a veces la espera y la soledad logran romper su pequeño corazón. Me destruye su llanto.
Al igual que el llanto de Blanca. Sufro al imaginar la vida sin ellas ahora. Pido a Dios que mantenga fuerte a Blanca, que no la dejé caer.

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